Cuando nosotros somos nuestro peor enemigo: La crítica patológica

Todos nos criticamos de vez en cuando. Criticarse es un proceso psicológico totalmente normal que nos permite compararnos con otros para modificar nuestro comportamiento o apariencia según lo que creemos que se ajusta mejor al grupo. 

“Creo que me he arreglado demasiado para la cena”, “¿Cómo se te ocurre contar este chiste malísimo?”, “Que poco atento has estado en esto” … Son ejemplos sencillos de lo que nos podemos llegar a decir cuando detectamos un error o algo que mejorar en nuestro día a día. Habrá días que lamentaremos con mayor acritud o crueldad nuestra torpeza dependiendo de nuestro estado de ánimo o de las consecuencias negativas, pero por lo general, la crítica es un “corrector” que nos ayuda a mejorar, cambiar o alcanzar nuestras metas. 

El problema es cuando esta crítica interna se convierte en un hábito continuo, en una voz cruel e incansable que juzga y desprecia nuestras acciones e intervenciones sin un ápice de compasión. Las personas con baja autoestima, altamente perfeccionistas o que están pasando por un episodio depresivo o ansioso pueden reconocer rápidamente de lo que estamos hablando.

La Crítica Patológica es un término acuñado por el psicólogo Eugene Sagan para describir la negativa voz interior que le fustiga por cada acción.

 

La crítica lleva una cuenta de tus errores. Fija estándares o logros casi imposibles de conseguir. Le dice cosas horribles sobre sí mismo y le hace dudar del aprecio de los demás. Recoge sus valores y normas y se los lanza a la cara cuando apenas se sale del camino marcado. Le advierte de que todo va a salir mal y que sus capacidades no van a ser suficientes. La crítica patológica le desanima, le desgasta y le mantiene prisionero de sus propios miedos e inseguridades. Es en este punto cuando nos convertimos en nuestro peor enemigo. 

McKay y Fanning destacan que estos ataques a nosotros mismos parecen coherentes y justificados. La crítica parece estar en sintonía con nosotros, se siente natural y creíble. Hay veces que aparece con nuestra voz, y otras nos parece oír la voz de nuestros padres o profesores repitiendo aquello que tanto nos echaron en cara en el pasado. Es decir, la crítica patológica puede aparecer en forma de monólogo espontáneo o con las palabras o frases lapidarias que nos marcaron y hemos internalizado. En otras ocasiones, aparece en forma de imagen o recuerdo, trayendo a la mente momentos que dañaron tu sensación de valía. 

 

¿Por qué nos hacemos esto?

Desde pequeños las personas de nuestro alrededor nos sirven de guía y de modelo de cómo debemos comportarnos en el mundo, de lo que está bien o está mal para proporcionarnos seguridad en cada paso. 

Cuando los cuidadores corrigen un comportamiento o establecen reglas, están proporcionando pautas y valores para adaptarnos lo mejor posible a una situación o contexto; la mayoría de estas críticas son bien intencionadas y facilitan el aprendizaje para que nos podamos desenvolver sin mayores problemas en la vida. Sin embargo, si lo único que recibimos son observaciones de lo que hacemos mal, sin explicarnos por qué está mal o cómo debemos comportarnos para acertar, y obviando de manera sistemática nuestros logros y capacidades, creceremos con la semilla de la autocrítica patológica plantada en nuestro interior. Un niño que solo recibe críticas, que no es elogiado por sus progresos o cualidades, que no tiene claro que tiene que hacer para acertar, internalizará desde pequeño el miedo y la inseguridad. 

 

 

Después, hay que hablar del papel que tiene la crítica en nuestro presente. Aunque resulte paradójico, la crítica patológica le ayuda a sentirse seguro y menos vulnerable. Dentro de su disfuncionalidad, le protege y le asegura ciertas necesidades básicas. Vamos a explicarlo con ejemplos. 

Entre las necesidades básicas de las personas se encuentran las de sentirse seguro, competente, y aceptado por sus seres queridos. Que se cumplan estas necesidades asegura una sensación de valía personal y bienestar general. Cuando conseguimos experimentar una sensación placentera se refuerza en nuestro repertorio de conductas aquello que nos ha permitido conseguir ese resultado. De igual manera, cuando hacemos algo que evita o elimina algo doloroso, se reforzará (será más probable su repetición) aquello que lo ha facilitado. 

Es decir, a corto plazo la crítica te evita un malestar “inminente” o te proporciona la seguridad de haber seguido una reglas y valores que estructuran tu vida. La crítica te ayuda a cumplir tu necesidad de hacer el bien, de sentirte valorado, de cumplir o de mantener bajo control los sentimientos dolorosos. Aquí van unos ejemplos de casos:

  • Una persona puede creer que las críticas le ayudan a seguir las reglas; “así no voy por ahí siendo un vago e irresponsable”. Cuando transgrede una regla o siente la tentación de hacerlo la crítica le dice lo mala que es. Las críticas le instan a ser responsable, organizado, considerado, humilde… a hacer el “bien”.
  • Una persona que se compara continuamente con los demás, en la mayoría de las ocasiones va a resultarle decepcionante (siempre habrá alguien mejor que tu en algo). Pero ¡ay, las veces que sucede lo contrario!… Resultar ser momentáneamente mejor que los demás supone un gran subidón de validación.
  • Una persona puede alcanzar sus metas si es continuamente espoleado por la crítica. “No entiendo porque la crítica es mala, siempre me ha hecho forzarme y conseguir mis logros”. Que la crítica fije metas hace que se sienta empujado a rendir y sentirse satisfecho cuando lo consigue, aunque para ello haya que sobre esforzarse y perder tiempo con la familia o amigos.
  • A otra persona que tenga estándares imposibles de perfección (el marido perfecto, el abogado perfecto, el hijo perfecto…) la crítica le ayuda a no sentirse incapaz o desesperado en el proceso. “Si tan solo trabajara más horas”, “Si luchase un poco más…”, “Si fuese un poco más considerado…” todo sería posible. La idea, de que, con esfuerzo todo se consigue, permite escapar de las emociones desagradables.
  • Otro caso de la crítica sirviendo como mecanismo de protección ante situaciones dolorosas es en aquellas personas que la utilizan para controlar el miedo al rechazo. Si anticipas un rechazo-fracaso-derrota, no hará tanto daño cuando se produzca. A fuerza de predecirlo el dolor se desensibiliza, y cuando la crítica acierta, se refuerza su papel protector.

 

 Estos ejemplos de cómo la crítica puede ayudar a satisfacer ciertas necesidades básicas no son exhaustivos ni exactos, ni tienen que darse todos en personas con baja autoestima o bajo estado de ánimo. En ellos se ve como a corto plazo, o en momentos puntuales pero muy significativos, la crítica protege o causa momentos de gran satisfacción. Pero a la larga, y en la mayoría de los momentos, te hace sentirte miserable, insuficiente o no merecedor de lo que tienes a tu alrededor. 

Si te has sentido identificado con alguna de las situaciones aquí relatadas o sospechas que tu crítica suele ser implacable, estás a un paso más cerca de cambiar este hábito en ti. El primer objetivo es entender por qué nos criticamos y cómo lo hacemos, para tener la información necesaria para empezar a desarmar esta voz interna que nos atormenta. No dudes en ponerte en contacto con ayuda profesional para despejar tus dudas e iniciar un proceso terapéutico si este es el caso.

Para conocer y conectar con Victoria Ibáñez Altabella experta en la materia, visita su perfil de Nuna o directamente solicita una cita en su calendario.

Victoria Ibañez Altabella
Victoria Ibañez Altabella

Psicóloga con acreditación sanitaria especializada en la atención clínica a población juvenil, adulta y tercera edad. Trabaja con problemas de estado de ánimo y de ansiedad, problemas interpersonales, falta de asertividad y baja autoestima; todo desde un enfoque cognitivo-conductual centrado en la persona. Para conocer y conectar con Victoria Ibáñez Altabella, experta en la materia, visita su perfil de Nuna.

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