Los impactos de una familia tóxica

Si alguien te pregunta, ¿Qué es para vos la familia ideal? ¿Qué le dirías? Generalmente, cuando reflexionamos acerca de ello solemos imaginar a personas felices, unidas, que pueden compartir y convivir. Representaciones e ideales que muchas veces hemos incorporado desde chiquitos a través de la pantalla o de lo que nuestras amistades o conocidos nos narraban. Sin embargo, muchas veces la realidad es otra, en donde resulta muy difícil mantener las relaciones cuando existen ciertos malestares y tensiones en el ámbito familiar.

¿A qué llamamos familia tóxica? ¿Qué consecuencias nos trae crecer en un ambiente así? ¿Cómo nos podemos dar cuenta? ¿Qué tenemos que hacer al respecto si nos encontramos inmersos en un núcleo familiar tóxico? ¿Es posible cambiar esta dinámica? Si en algún momento de tu vida o actualmente te has formulado alguna de estas preguntas y no has encontrado las respuestas, en este artículo se intentará abordar estas cuestiones con el fin de brindarte mayor claridad y herramientas para afrontarlo.

Ninguno elige la familia que tiene, a cada uno de nosotros le toca la suya.

 

Así es como podemos terminar creciendo en familias “sanas” (afectivamente estructuradas), o bien, en familias con cierta inestabilidad o desestructuración emocional. Y a eso es lo que se le suele llamar familias tóxicas.

Para clarificar, cuando hablamos de “familias tóxicas” nos referimos principalmente a aquellas familias disfuncionales que influyen de manera negativa en el desarrollo personal y emocional en uno o varios miembros de la familia generando como consecuencia un clima inestable e incómodo. Sin embargo, este tipo de núcleos familiares son muy diversos, puesto que así como cada persona es un mundo, cada familia también lo es. De todas maneras, es posible identificar algunas características que tienen en común las familias tóxicas.

Una de esas principales características dañinas son las etiquetas y los roles destinados a los hijos, como por ejemplo, “tiene mal carácter”, “es muy quejoso”, “insegura”, “es muy tímido/a con la gente” o “es el más inteligente de la familia”, “el más cariñoso de los hermanos”, etc.

Estos comentarios o frases tienen como consecuencia un enorme impacto emocional en los hijos.

Ya que por más que el niño o la niña no sea así realmente, al escuchar constantemente esas etiquetas termina generando consecuencias negativas acerca de su propia identidad y la manera en que se ve a sí mismo. Y muchas veces estas acaban transformándose en realidad debido a las etiquetas impuestas por los adultos o incluso entre los propios hermanos.

La sobreprotección es otro de los aspectos que más sufren los hijos con los padres. Esto puede generar inseguridades en ellos de más grandes, ocasionando sentimientos de incompetencia debido al cuidado en exceso.

Puede terminar creando un fuerte apego hacia los padres, dificultando la toma decisiones de manera independiente en sus vidas.

Familias en donde prevalece la falta de comunicación desencadenan problemas a nivel vincular entre los miembros. Que se conviva en la misma casa no quiere decir que exista relación y comunicación entre ellos, muchas veces, se comparte espacios pero hay una carencia de vínculos afectivos.

Además, en las familias disfuncionales suele haber constantes conflictos entre los hermanos y/o padres. Estas discusiones pueden estar relacionadas con la falta de respeto, con agresiones físicas o verbales, actitudes despreciativas, manipulación o chantaje emocional, entre otras. Sabemos que siempre en algún momento de toda familia existen conflictos y eso es normal, pero si estos persisten a lo largo del tiempo pueden terminar generando un ambiente tóxico.

Por último, el alto nivel de exigencia o expectativas que se tiene sobre los hijos o entre los miembros generan cargas y presiones que pueden terminar desencadenando una baja autoestima y condicionar el desarrollo de su personalidad libremente.

 

 

¿Cómo puedo manejar esto que tanto daño me generó o me sigue generando?

Lo primero es darse cuenta de ello y aceptarlo. Una vez que hayas dado este primer paso es importante animarse a pedir ayuda psicológica. El tipo de terapia más recomendado para estos casos es la terapia sistémica, ya que los psicólogos de esta corriente se especializan  y trabajan con los sistemas familiares. El terapeuta te podrá ayudar a identificar qué es lo que está sucediendo en tu núcleo familiar, te dará herramientas para afrontar la situación como así también, te ayudará a buscar una solución para mejorar tus relaciones interpersonales, con los miembros de tu familia, o a nivel individual.

El primer paso suele ser el más difícil, pero es de fundamental importancia hacer algo al respecto cuando la calidad de nuestra vida diaria se ve afectada como resultado de convivir dentro de una familia disfuncional. Intenta afrontarlo para alcanzar la calidad de vida que quieres, aceptando a quienes forman parte de ella y buscando alternativas que permitan mejorar los vínculos afectivos.

La intervención psicológica de un terapeuta especializado en temas familiares puede ayudar enormemente a solucionar y sanar las relaciones entre los miembros de la familia.

Para conocer y conectar con alguno de nuestros expertos en la materia, visita el directorio de Nuna.

 

Constanza Canónica
Constanza Canónica

Psicóloga interna de Nuna. Si necesitas asesoramiento para conseguir un terapeuta, puedo ayudarte a elegir el más adecuado para ti!

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