No sé qué me pasa

No resulta fácil escuchar el propio malestar y seguramente esto complica más escuchar el ajeno. Nuestra cultura tampoco lo pone fácil, así como en el Romanticismo se encontraba la inspiración en el dolor, la soledad y la tristeza, o en el Barroco preponderó lo efímero de la vida y la fragilidad de la existencia, nuestro momento cultural se caracteriza por la autosuficiencia y el éxito, quedando oculta la vulnerabilidad o la impotencia.

Podríamos decir con Bauman, que nuestro mundo precario, provisional, veloz y ansioso de novedades se ve acompañado de una constante demanda de felicidad, satisfacción, independencia y eficiencia. ¿A qué precio? Se nos reclama prosperidad económica, juventud, cierto canon de belleza, agilidad, muchas amistades (quizá más bien followers), pareja, ser buen padre, madre, hijo, hija, etc. Ideales con los que lidiar y que pueden traer consigo sentimientos de culpa, temor a no ser amados o miedo a la pérdida, y que, en algunos casos, conllevan un elevado malestar psíquico. Estos sentimientos pueden verse polarizados en una culpa extrema, sede de la melancolía, o en una inocencia paranoica acusadora del resto de los semejantes. En ambos casos se trata de una tendencia al aislamiento que puede desembocar en una soledad extrema. 

 

 

Las redes sociales muchas veces se convierten en un espacio para mostrar únicamente lo que es aceptado y aplaudido. Al percibir un malestar podemos esforzarnos en taparlo a través de numerosas vías, sustancias psicoactivas, ocio, compras, etc.; todos ellos distractores que pueden aliviarnos, o no, de aquello que nos pesa. A veces, el imperativo de felicidad se convierte en un lastre en lugar de una aspiración, ¿cuándo sucede esto? Probablemente cuando dejamos de escuchar esa inquietud que por alguna razón está ahí y que, lamentablemente, no desaparece por ignorarla.

Es posible que ni siquiera nos sea fácil identificar qué nos pasa. Pues, se puede presentar a través del cuerpo, por ejemplo con sudoración o taquicardia; en forma de quejas constantes; miedos, inseguridades; relaciones nocivas; pensamientos recurrentes, y un largo etcétera. Eso que nos pasa tiene algo que decir. Abrir la puerta y posibilitar que se vaya haciendo presente es lo que puede permitir arrojar algo de luz y encontrar su solución.

 

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Beatriz Conde Alonso
Beatriz Conde Alonso

Especializada en problemas de identidad sexual y orientación del deseo, así como en el abordaje de los problemas afectivos y relacionales. Para conocer y conectar con Beatriz Conde Alonso, experta en la materia, visita su perfil de Nuna.

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