Perdonarse y perdonar, un proceso liberador

Previamente dedicaré gran parte de este artículo al acto de perdonar y será abordado también el tema del resentimiento y sus efectos negativos en el individuo como vía opuesta al acto de perdonar.

Cuando una persona no cumple con lo que ha prometido o se comporta de una manera que atenta lo que consideramos como legítimas expectativas, probablemente estaremos mal por lo sucedido, y nos creeremos afectados aún más, si esa persona no asume su comportamiento y sus consecuencias. 

Seguramente, nos sentiremos víctimas de una injusticia. Y al pensar de esa manera, habremos justificado nuestro resentimiento con la otra persona, colocando al otro en el lado del “mal”. Por lo que terminamos creyendo que es acertado sentir resentimiento. 

Sin embargo, el resentimiento quitará nuestro bienestar, nuestra paz y nos terminará convirtiendo en esclavos de esa persona a quién culpamos. Como consecuencia de ello se  puede terminar destruyendo no sólo la felicidad propia, sino también la libertad como individuos.

 Cuando nos dejamos absorber por el resentimiento, nos hemos colocado en un lugar de dependencia con respecto a la persona causante.

  Sin embargo, dicho sujeto puede haber soslayado el asunto que motivó ese estado de ánimo en mi persona.

Perdonar no es solo un acto de bondad para quien nos ha lastimado, que probablemente puede serlo también.

El acto de perdonar nos hace libres.

  Es decir, al perdonar decido hacerme cargo de mi mismo y cerrar aquello que me ha dañado en su momento y persevera en el tiempo. Al perdonar, aceptamos y reconocemos que somos responsables de nuestro bienestar.

El poder liberador de perdonarse y perdonar

 

Ahora bien, si ya es difícil perdonar a otro que nos hizo daño, resulta aún más difícil cuando debemos perdonarnos a nosotros mismos. Generalmente, cuando pasa algo negativo nos hacemos la pregunta: “si hubiese hecho las cosas distintas no habría pasado esto” que nos condena por el daño o error y genera en nosotros un sentimiento de culpa. Esta conclusión no da espacio al reconocimiento de que tiempo atrás nuestras acciones las hicimos desde otro lugar y desde condiciones distintas a las que nos encontramos actualmente.

No somos perfectos y nunca vamos a lograr serlo, equivocarse forma parte de nuestro proceso de aprendizaje en la vida.

  

El perdonarse a uno mismo también tiene el mismo efecto liberador que se ha mencionado anteriormente con respecto al perdonar y el poder hacerlo es una expresión de amor a uno mismo y a la vida.

El perdón a sí mismo es algo esencial para tener paz interior y gozar de una buena salud mental y física, es un gran regalo que nos podemos hacer.

Acudir a terapia psicológica es muy recomendable cuando te sientes incapaz de perdonar a alguien o incluso incapaz de perdonarte a ti mismo. El terapeuta te ayudará desde una perspectiva más imparcial y además te brindará las estrategias adecuadas para superar aquello que necesitas para alcanzar un mayor bienestar en tu vida. 

Para conocer y conectar con alguno de nuestros expertos en la materia, visita el directorio de Nuna.

Constanza Canónica
Constanza Canónica

Psicóloga interna de Nuna. Si necesitas asesoramiento para conseguir un terapeuta, puedo ayudarte a elegir el más adecuado para ti!

No Comments Yet

Leave a Reply