Visibilicemos la pandemia del SXXI. La depresión

La RAE define depresión como: “Síndrome caracterizado por una tristeza profunda y por la inhibición de las funciones psíquicas, a veces con trastornos neurovegetativos.” 19 palabras para definir una de las pandemias más reales, con más prevalencia y uno de los trastornos más perseverantes y  el más frecuente del SXX y SXXI. 

Esta pobre definición nos demuestra muchas cosas, entre ellas que los trastornos psicológicos son en muchos casos tratados como enfermedades de segunda, no nos da vergüenza ir al médico y decirle que nos duele un pie, pero en muchos casos decir que nos encontramos anímicamente mal nos da apuro incluso llega a estar estigmatizado, ¿por qué? no debería haber nada más importante que poder compartir con alguien nuestro malestar, ya sea físico o mental. ¿Por qué no solucionar o mejorar nuestro día a día?

La depresión, tal y como nos dice la organización Mundial de la Salud (OMS), es la principal causa de deterioro en la salud mental y afecta a 121 millones de personas en el mundo (World Health organization 2007), concretamente, un estudio europeo muestra que la depresión y las fobias específicas constituyen los problemas mentales más comunes en el continente europeo, con una prevalencia del 13% (Alonso et al. 2004). 

Es esencial para empezar que tengamos claro qué es la depresión, hay diferentes escalas utilizadas por psicólogos para valorar si un paciente sufre depresión entre ellas encontramos; Hamilton Rating Scale for Depression (HRSD) es una de las más conocidas y utilizadas, la Montgomery Asberg Depression Rating Scale (MADRS), el Cuestionario sobre la Salud del Paciente (PHQ-9) y el Inventario de depresión de Beck (BDI).

Con estas escalas se puede valorar la gravedad de los síntomas y también la evolución o los cambios en el paciente, cualquiera de ellas debe ser administrada por un psicólogo o psiquiatra, supongo que este punto no le sorprende a nadie hoy en día, pero también es cierto que en internet encontramos millones de test con baja fiabilidad. Pese a su alta prevalencia, este trastorno no se diagnostica correctamente en un importante porcentaje de los casos y pocas veces recibe un tratamiento mínimamente adecuado, lo que a la larga produce más abandonos y recaídas, además es uno de los trastornos psicológicos más incapacitantes (tanto a nivel laboral, como a nivel socio-familiar). Si tienes dudas de si debes o no acudir a un profesional, puedes valorar si sufres más de 5 de estos síntomas durante más de dos semanas:

– Estado de ánimo deprimido gran parte del día, en casi todos los días.

– Se aprecia una disminución del interés por las actividades que solían generar dicha emoción, durante casi todo el día, la mayor parte de los días.

– Se produce una pérdida o aumento de peso.

– Alteraciones en los hábitos del sueño, como insomnio o hipersomnia, casi todos los días.

– Uno mismo y su entorno observan una mayor agitación o disminución psicomotora, casi todos los días.

– Se siente fatigada y/o con falta de energía, casi todos los días.

– Aparecen sentimientos de culpabilidad y de inutilidad excesivos.

– Dificultad para mantener la concentración o para tomar decisiones.

– Aparecen pensamientos relacionados a la muerte de forma recurrente, que pueden ser ideaciones suicidas sin un plan determinado por llevarlo a cabo, intentos de suicidio o meditaciones previas para llevar a cabo el suicidio.

 

Visibilicemos la pandemia del SXXI. La depresión

 

Pero recuerda siempre que la valoración de un profesional a tiempo y con tiempo te ayudará mucho en el futuro, no tiene porque ser un futuro lejano, busca un buen profesional que te transmita seguridad con el que tengas un buen feeling y lucha por mejorar. Se estima que, a lo largo de su vida, el 10,55% de la población española mayor de 18 años ha sufrido un episodio depresivo mayor y el 3,65% un trastorno distímico. Estas cifras de prevalencia convierten al episodio depresivo mayor en el trastorno mental más frecuente en España, circunstancia que también se produce en otros países europeos, americanos o asiáticos (Alonso et al., 2004; Kawakami et al., 2005; Kessler et al., 2005). Como ves no estás solo.

En psicología hace tiempo que le damos una gran importancia a este trastorno, y la definimos como “depresión clínica” haciendo referencia a diferentes constructos, entre ellos, a un síntoma (la tristeza patológica o estado de ánimo deprimido), un síndrome (el síndrome depresivo) y varios trastornos (p. ej., el trastorno depresivo mayor, el trastorno distímico) (García-Vera y Sanz, 2012; Vázquez y Sanz, 2008), mayormente es entendida como un síndrome (un conjunto de síntomas y signos que covarían) o como un trastorno (un síndrome para el cual se han especificado ciertos parámetros de duración, gravedad, curso o historia natural y disfuncionalidad, y se han descartado algunas posibles causas).

Si analizamos este trastorno de forma más detenida, nos damos cuenta, que está presente en prácticamente todos las franjas de edades, diferentes sexos y que es causada por un sinfín de razones. Además, la depresión posee una alta comorbilidad cursando con otros problemas tanto físicos como psicológicos. Se puede asociar a momentos vitales que nos han marcado mucho como pueden ser un fallecimiento cercano, una enfermedad grave, una separación (traumática o no), un postparto, y también puede no asociarse a nada más que eso, no debemos castigarnos por estar depresivos, simplemente debemos buscar apoyo y ayuda.

Diferentes estudios nos demuestran que creer que las causas de un acontecimiento negativo están en uno mismo hace que la persona tenga una alta probabilidad de pensar que dichas causas permanecerán en el tiempo y que son generalizables a otras situaciones o ámbitos negativos de la propia existencia, que cuando las condiciones en las que se desarrolla la vida de las personas está caracterizadas tanto por la presencia de sucesos negativos, como por la alienación, entre cuyas dimensiones podemos incluir el sentimiento de indefensión, la falta de sentido en la vida, la anomia o la ausencia de normas sociales y el sentimiento de extrañamiento cultural (Sánchez, Garrido y Álvaro 2003), y una imagen negativa de uno mismo o una valoración negativa del yo, se incrementan significativamente las probabilidades de sufrir unos mayores niveles de depresión. 

Es por ello que es muy importante actuar, actualmente se considera que hay dos tipos de tratamientos, uno a nivel psicológico y otro a nivel farmacológico. ¿Qué nos dicen los estudios en este sentido? diferentes coinciden en señalar que, si bien ambos tratamientos muestran resultados similares a corto plazo, los tratamientos psicológicos presentan mejores resultados a largo plazo, con una menor tasa de abandonos y recaídas (De Maat et al., 2006; Imel, Malterer, McKay, & Wampold, 2008). Este dato es consistente en estudios que comparan el tratamiento psicológico tanto con antidepresivos tricíclicos o IMAO, como con antidepresivos de segunda generación (ISRS) (Spielmans, Berman, & Usitalo, 2011). ¿Qué te decimos nosotros? que no necesitas más que tu fuerza interior y tu valía para poder salir del pozo negro. 

El no recibir el tratamiento necesario puede dar lugar a importantes consecuencias negativas, tales como la reducción de la calidad de vida (Spitzer et al., 1995), la cronificación de los problemas emocionales (Kessler et al., 2011), el incremento del uso de los servicios de salud (Greenberg, Stiglin, Finkelstein, & Berndt, 1993), o el aumento del riesgo de suicidio (Oquendo et al., 2002).

La conclusión por tanto de este texto es clara y directa:

– Si sufres depresión no estás solo y puedes mejorar.

– No es tu culpa estar triste, el primer paso es pedir apoyo para poder avanzar, no es avergonzarse.

– La sociedad en la que vivimos, los altos niveles de estrés, la ansiedad pueden derivar en depresión.

– “Cuantas más piedras encuentre en mi camino más grande construiré mi castillo”

 

Para conocer y conectar con Maite Vicente Pérez experta en la materia, visita su perfil de Nuna o directamente solicita una cita en su calendario.

Maite Vicente Pérez
Maite Vicente Pérez

Especializada en psicología sistémica y en psicología breve estratégica, además de tratar de forma habitual con terapias cognitivos-conductuales. Para conocer y conectar con Maite Vicente Pérez, experta en la materia, visita su perfil de Nuna.

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